Baguettes recién salidas del horno, un filete de carne recién rebanado y el embriagante aroma de un perfume casero. Estos son sólo algunos de los negocios que distinguen a la calle Daguerre, los cuales poseen una historia por contar. Disfruta de nuestra reseña sin spoilers de Daguerrotipos (Daguerréotypes, 1975) por Agnès Varda, un documental elaborado en la calle donde vivía la reconocida cineasta.
Daguerrotipos encapsula la rica cotidianidad que se vive en la calle Daguerre, donde Varda vivía en aquel entonces. Por medio de una serie de viñetas, que al inicio no parecen llevar una narrativa, Varda nos presenta a los personajes tan peculiares que dan vida a la calle Daguerre. Con las preguntas “¿de dónde vienes?”, “¿cómo llegaste a aquí?” y “¿por qué viniste?”, la precursora de La Nouvelle Vague comienza a armar poco a poco un rompecabezas que nos enseña más sobre la complejidad detrás de los personajes seleccionados.
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Daguerrotipos (Daguerréotypes, 1975)
Dirección y guion: Agnès Varda
Reparto principal: Lucien Bossy, Leance Debrossian, Marcelle Debrossian
Género: Documental
País: Francia
IMDb: 7.6
(Disculpa, sólo pudimos encontrar el tráiler de la película con subtítulos en inglés)
La profundidad detrás de los “Vardatipos”
La cineasta crea un ingenioso título para la cinta rindiéndole tributo a los daguerrotipos que hicieron famoso a Louis Daguerre, dueño del nombre de la calle donde se sitúa la filmación. De esta manera, Varda inmortaliza a sus protagonistas por medio de retratos que hacen un guiño a los retratos de mediados del siglo XIX, cuando se empleaba la técnica de Daguerre durante el proceso fotográfico.
Adicionalmente, la directora narra que dichos personajes documentados se convirtieron en sus “tipos”, haciendo referencia a que éstos son “sus daguerrotipos” pero también señalando a las tipologías sociológicas, las cuales Varda criticaba. Es así como la cineasta documenta la vida diaria de personas, profundizando en ellas conforme avanza el filme, demostrando que no pueden ser catalogadas y homogeneizadas como un mismo tipo de vida.
La elección de filmar en la calle en la que Varda vivía, aunque es creativa, no fue algo fortuito. La elección de documentar la calle Daguerre viene de la necesidad de la directora de estar lo más cerca posible de casa para poder cuidar a su hijo de tan sólo dos años de edad. Así que la cineasta no sólo consigue capturar esta cautivante narrativa cinematográfica, sino que lo hace en un radio de 90 metros de su hogar —lo necesario para que los cables de su equipo de filmación pudieran estar conectados a la corriente—.
El cine al alcance
Además de mostrarnos esta fascinante perspectiva de la vida existente dentro de la calle Daguerre, Varda retrata esta cinta únicamente con lo que tiene al alcance: una cámara y la calle en la que se encuentra su casa. Aún 24 años después de Daguerrotipos, Varda se mantiene fiel a esta forma de ver el cine y se arma sólo con una videocámara digital para filmar su largometraje documental Los espigadores y la espigadora (2000). De tal modo que, sea en la temporalidad que sea, Varda nos demuestra una vez más que lo único que se requiere para hacer cine es tener una historia por contar y una cámara lista para rodar, poniendo el arte de hacer cine al alcance de cualquiera.
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