Reseña: Naomi Osaka, la docuserie que hace un llamado a la empatía

Bajo circunstancias atípicas y con un mensaje poderoso para el mundo, el 23 de julio de 2021 arrancaron oficialmente los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Estos son los juegos de la diversidad y la inclusión, y para encender la llama olímpica, Japón eligió atinadamente a Naomi Osaka, la famosa y polémica tenista a la cual Netflix le ha dedicado una docuserie. 

A través de tres episodios de aproximadamente 40 minutos de duración (cada uno), se hace un repaso sobre algunos momentos clave en la vida de esta chica japonesa que ha conquistado la cima del deporte blanco. 

“Ascenso”, “Mentalidad de campeona” y “Camino propio” van marcando la pauta sobre el contenido que hallaremos en cada entrega, sin ser necesariamente una narración cronológica. Esta producción, titulada simplemente Naomi Osaka (2021), es principalmente la reiteración del tema que han puesto algunos atletas de alto rendimiento sobre la mesa: “los deportistas somos humanos”.

Naomi Osaka (2021)

Directora: Garrett Bradley
Reparto principal: Naomi Osaka, Tamaki Osaka, Leonard Francois
Géneros: Documental, Biografía, Deporte
País: Estados Unidos
IMDb: 6,2
Sinopsis: Esta serie íntima sigue los pasos de Naomi Osaka: un recorrido por sus raíces culturales y el despliegue de su identidad multifacética como tenista… y líder emergente.

¿Los deportistas son humanos?

Las hazañas conquistadas en todos los deportes parecieran ser ejecutadas por auténticas máquinas. Adoramos y admiramos a quienes ganan el título del mejor del mundo en su ramo, pero siempre dejamos de lado que el llegar ahí significó un sacrificio que pocos pueden imaginar y vivir en carne propia. Y a pesar de todo ese esfuerzo, cuando los hemos encumbrado no toleramos que fallen, renuncien o simplemente reconozcan que no pueden o no quieren más. 

El debate es muy complejo, ya que también hemos visto a grandes leyendas superando toda adversidad. Lewis Hamilton triunfando en la Fórmula 1 a pesar de sus orígenes y color de piel; Michael Jordan sobreponiéndose a la muerte de su padre y regresando por tres títulos más de la NBA; o Michael Phelps superando sus ideas de suicidio y llevándose todas las medallas de oro posibles en natación, etcétera. 

Dentro del mismo tenis, Andre Agassi ganó ocho títulos de Grand Slam, un oro olímpico y tres Copas Davis. No obstante, en su autobiografía Open declaró que odiaba el deporte en el que había brillado y también que había llegado a sentir lo mismo por su padre, quien lo había presionado toda su vida. 

Pero los tiempos cambian…

El que no se hablara de los problemas emocionales de los atletas no quiere decir que no podamos hacerlo ahora. La tenista Naomi Osaka no será la primera ni la última en denunciarlo, pero sí una de las que ha levantado la voz más fuerte. En mayo de este año, Naomi abandonó Roland Garros y explicó que enfrentarse a la prensa daña su salud mental.

«Creo que lo mejor para el torneo, para otros jugadores y para mi bienestar es que me retire para que todo el mundo pueda centrarse de nuevo en el tenis que se está jugando en París», anunció la jugadora en su cuenta de Twitter.

En plenos Juegos Olímpicos, también Simone Biles anunció su retiro en la final individual y por equipos, donde declaró que, tras su primera actuación del día, ella no quería seguir por un asunto de salud mental. La gimnasta estadounidense es de las grandes figuras deportivas actualmente y uno de los estandartes de la lucha por combatir la segregación y los estereotipos. “Sin Biles, el deporte no sería tan diverso como es y como será”, escribió Juliet Macur en el New York Times.

Más allá de una “generación de cristal”, nos enfrentamos a una era de libertad de expresión y de señalar las cosas que no deben aceptarse y que son dañinas para todos. El mundo aplaudió al equipo femenino de balonmano noruego luego de ser multado por jugar con short, regla que sí está permitida para los hombres; mientras condenamos que Marcus Rashford, Jadon Sancho y Bukayo Saka, fueran víctimas de insultos racistas tras la derrota de Inglaterra en la final de la Eurocopa. 

Entonces, ¿hay un punto medio?

En estos días, imágenes como la que vemos en este tweet nos enfrentarán a discusiones de todo tipo en tanto no entendamos qué es lo que en verdad sucede bajo la piel de nuestros ídolos deportivos. ¿Este entrenador está presionando o apoyando a su jugadora? Claudiu Pusa cachetea a su competidora de judo, Martyna Trajdos, antes de enfrentar a su rival de Hungría. Trajdos aclaró “No se preocupen. Es el ritual que elegí para antes de los combates. Mi entrenador solo hizo lo que le pedí que hiciera para darme ánimo ¡Por favor no lo insulten!».

Síndrome del impostor

La docuserie de la tenista Naomi Osaka logra engancharte en el primer episodio, sin embargo, pierde fuerza y se torna repetitivo conforme avanza. La emocionante historia de la japonesa no logra ser retratada con la justa dimensión que merece. Hay mucha paja que pudo ser sintetizada en no más de una hora. En contraparte, sí sirve para visibilizar sobre tener que lidiar con la presión, la fama y el éxito, y aún así superar las expectativas de todos los que te rodean. Claramente no es tarea fácil, y ni todos son capaces de soportarlo, ni están obligados a hacerlo.

Aún falta mucho por ver y conocer de esta carismática atleta, así que esperamos que la próxima vez que se busque hablar sobre su biografía, sea de la mano de alguien como Asif Kapadia, director de Senna (2010) y Amy (2015). Digo esto muy a pesar de que la directora, Garrett Bradley, tiene en su haber el documental Time (2020), nominado a los premios Óscar.

Y para hablar sobre mentes atribuladas en el deporte, se cuenta de mejor manera abordando el otro lado de la moneda. La serie Losers (2019), también disponible en Netflix, describe a atletas que han fallado de manera estrepitosa y, no obstante, han sido resilientes ante el fracaso. 

¿Qué te ha parecido esta reseña de Naomi Osaka, la docuserie sobre la tenista japonesa en boga? Nos encantará leer tus comentarios en nuestras redes sociales.