El género de terror es, sin duda alguna, el que más se vió obligado a reinventarse durante su historia. Con un público que cada década aumenta en su exigencia, los directores del género están en la constante busqueda de nuevas tramas que asombren la poca capacidad de sorpresa de las últimas generaciones. Para lograrlo, existen dos alternativas que se utilizan desde las primeras películas del tipo.
La primera es ignorar la posibilidad del verosímil y crear una historia que no tenga ninguna chance de asemejarse a lo real, como sucede en las películas que complementan el terror con la ciencia ficción. La segunda opción, y la más compleja, es tratar de alinear la realidad con la ficción terrorífica y sugerirle al público que lo paranormal se esconde en los lugares comunes que tanto normalizaron. En esta reseña de Signs (Señales, 2002), te contamos como el director M. Night Shyamalan logró quedar, para bien o para mal, en el medio de los dos procedimientos.
Señales (Signs, 2002)
Dirección: M. Night Shyamalan
Guion: M. Night Shyamalan
Reparto principal: Mel Gibson, Joaquin Phoenix, Rory Culkin, Abigail Breslin
Género: Ciencia ficción, Terror
País: Estados Unidos
IMDb: 6.8
Sinopsis: Una familia encuentra círculos de cultivos en sus campos y se enfrenta al peligro de encontrar a sus creadores.
¿Qué es un jumpscare?
M. Night Shyamalan no podrá darnos una respuesta. Desde que estrenó The Sixth Sense (El sexto sentido, 1999), el director dejó muy en claro que dar sustos repentinos al espectador no estuvo ni está en sus planes. Su estilo dentro del género está más relacionado con generar atmósferas tensas que, aunque aflojan o aprietan según la escena en cuestión, nunca se desprenden totalmente de la trama. Así, no existe para el público un momento para relajarse, como lo suelen ser, por ejemplo, las escenas diurnas que protegen a los personajes hasta que llega la noche.
Signs es un ejemplo excelente, si no es el mejor hasta ahora. No solo algunas de las escenas más terroríficas se desarrollan a plena luz del sol, sino que aparecen con una banalidad que las pone en el mismo nivel que cualquier acontecimiento cotidiano. Es decir, las escenas de terror no son antecedidas por una música tensionada, o por un juego de la cámara que revela el horror a punto de suceder. No hay gritos, no hay miedo y no hay suspenso. Solo el potencial de una situación pocas veces vista: la de la anormalidad situada como algo cotidiano.
El guion
A diferencia del impresionante desempeño de Shyamalan en sus procedimientos para generar suspenso, su faceta de guionista le costó a Signs gran parte de su reputación. Ser director, productor y guionista de una misma película puede ser beneficioso en cuanto a la libertad creativa, pero en casos como el de esta cinta es claro que a veces se necesitan segundas opiniones de un equipo de trabajo que se cuestionen entre sí.
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El problema no reside en la parte del guión que hace avanzar a la trama general. Son las voces de los personajes las que le ponen trabas al desarrollo del largometraje. Cada palabra que sale de sus bocas contiene estereotipos tanto a nivel del contenido como al nivel situacional. A medida que nos acostumbramos al modus operandi, podemos incluso predecir lo que la familia Hess dirá en la mayoría de los acontecimientos que atraviesan. Quizá lo más penoso para lo brillante que es Signs es que esos diálogos son completamente inverosímiles, rompiendo así la posibilidad de conectar intimamente con la realidad de cada espectador e interpelarlo al extremo
Una película a lo Frankenstein
El nombre del monstruo creado por Mary Shelley es usado por los críticos de cine para catalogar a las películas que no logran resumirse en una sola unidad de sentido. Con ello se refieren a esa sensación generada en el espectador cuando ve una historia cuyas herramientas no pueden o no quieren amalgamarse en una definición inequivoca. Por ejemplo, en el caso del género terror, las producciones suelen tener un guión con mucho suspenso, jumpscares e imágenes interrogantes, y una banda sonora que alterne entre el terror y la calma.
Signs es un Frankenstein. Como dijimos, que la cinta genere un terror tan complejo de predecir y, paralelamente, inscriba a los personajes en los estereotipos más populares de la cultura, produce un sentido dual. El terror nunca termina de impresionar al %100 porque se contagia de esos lugares comunes. Pero, viendo el vaso medio lleno, dichos lugares comunes no son todo lo normales que podrían llegar a ser, gracias a la anomalía extraterrestre que se camufla con la día a día.
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