Lo confieso: pasaron La Llegada (Arrival, 2016) y la vi por enésima vez, pero no porque sea apasionado ufólogo, sino más bien porque me intriga la solución que la doctora Luisa Banks (interpretada por la siempre magistral Amy Adams) le da al problema de la comunicación con alienígenas que debe resolver antes de que colapse nuestra sociedad (en eterno riesgo en el mundo cinematográfico, y tristemente también en el real).
Recientemente, mi curiosidad se desplazó de la solución al problema: si una raza alienígena hiciera contacto con nosotros, ¿cómo nos comunicaremos? Ese es el quid de una retahíla considerablemente amplia de películas que ha sido abordada por directores como el gran Steven Spielberg o Robert Zemekis.
¿Por qué este tema es tan llamativo? Parte importante de la respuesta precisamente nos la da Morgan (Rory Culkin, así es, el hermano de Macaulay) en Señales (Signs, 2002), una de las piezas maestras de otro ufólogo y cineasta, M. Night Shyamalan. Al borde del inminente choque de mundos, el padre (interpretado por Mel Gibson) le pregunta cuáles serían los propósitos que tendría una raza alienígena al visitar la Tierra.
El pequeño Morgan, que en ese momento se había convertido en un experto en sociología extraterrestres gracias a un libro que compró, le dijo que había dos posibilidades: la primera, la conquista; la segunda de carácter científico y turístico (grosso modo, el niño lo explica mejor que yo).
Sobre el primer escenario, el cual vemos en cintas como La Guerra de los Mundos (War of The Worlds, 2005), y el poder de las armas biológicas, o El Día de la Independencia (Independence Day, 1996), claramente la última de las prioridades de las razas alienígenas es el comunicarse. Por lo tanto, descartaré (casi por completo) este tipo de películas en este artículo
Vamos a centrarnos, pues, en la segunda opción del pequeño Morgan. Si llegasen a venir como turistas o científicos, ¿cómo nos comunicaríamos con los extraterrestres? ¿Les hablaríamos? ¿Les escribiríamos? ¿Qué lengua usaríamos? Los cineastas han dejado volar su imaginación sobre este tema. Pero, ¿cuál podría aproximarse más a una solución real?
¿Las matemáticas son el lenguaje universal?
Mucho se ha dicho que las matemáticas son una especie de lenguaje universal. Hasta cierto punto esto tiene razón.Un dos va a ser siempre un dos aquí y en China. Esto mismo lleva al director y guionista Ryan Eslinger a establecerlas como un canal de comunicación en OVNI: No estamos solos (UFO, 2018).
En esta cinta, un brillante estudiante de matemáticas y una misteriosa agencia gubernamental de los Estados Unidos investigan, de manera paralela, una serie de extraños ruidos relacionados con un avistamiento. Para descifrarlos, echan mano de sistemas de encriptación, matrices, matemáticas discretas, entre muchas otras cosas.
Esta solución parece ideal. Si las matemáticas elementales no cambian, entonces pueden ser un canal. El problema de esto radica en qué es propiamente elemental para los humanos y qué es elemental para los extraterrestres. Es probable que una raza alienígena consideren nuestros conocimientos básicos como algo tan elemental que es despreciable.
El arte de traducir la lengua de los alienígenas
La opción contraria la encontramos en La Llegada, dirigida por Denis Villenueve y escrita por Eric Heisserer. En esta cinta, la lingüística es la verdadera protagonista. “¿Por qué no les hablamos en lugar de agobiarlos con problemas matemáticos?”, se escucha entre los diálogos de la cinta.
La película sigue a una joven lingüista, quien intenta, a contrarreloj, establecer una comunicación con una raza alienígena. Estos extraterrestreshab decidido visitar y entrar en contacto con los humanos en distintas partes del mundo. ¿Cuál es su intención en la Tierra? Esta pregunta es uno de los engranajes que mueve toda la trama.
La Llegada nos da una serie de pistas sobre cómo sería el problema si lo trasladáramos de la ficción a la vida real: ¿tienen un aparato fonador compuesto por algo similar a la boca para hablar? ¿Distinguen la intención comunicativa, es decir, diferencían entre una pregunta y una afirmación? Son estas algunas de las preguntas que se establecen.
Sin caer en spoilers, la película juega con un concepto importante: el lenguaje modela nuestra realidad, a tal grado que el cerebro se modificaría ante el aprendizaje profundo de un nuevo idioma. A esto se le conoce como relativismo lingüístico.
Sin embargo, si tuviéramos que usar esta opción en la vida real, nos enfrentaríamos a una serie de complicaciones. La primera de ellas es que si bien es cierto que para comprender una lengua en contraste con otras puede activar ciertas zonas del cerebro, esto no implica que recablee el cerebro por completo. Por ejemplo, no por saber alemán o japonés una persona es más productiva.
La doctora Louise Banks busca establecer equivalencias entre el lenguaje alienígena y una lengua humana a través del principio de traducibilidad, o sea, todo idioma puede ser traducido en otro, ya sea que se utilicen palabras con significados equivalentes o frases que tengan ese mismo valor.
El problema con esta solución es que el contexto de un heptápedo y un humano puede ser radicalmente distinto, por lo que incluso las acciones más sencillas podrían tener significados distintos para uno y otro. Por ejemplo, mientras que en el resto del mundo morderse el pulgar es algo inocuo, para los italianos es una grosería. ¿Podría pasar esto con los alienígenas? Es probable.
En un análisis objetivo, La Llegada brinda una solución muy bonita e idealizada, pero que en la práctica sería bastante inviable.
John Williams, música y alienígenas
Es bien conocido por todos los cinéfilos que Steven Spielberg es un ufólogo de corazón. Basta echarle un vistazo a su filmografía. Hay una cinta que se centra en el problema del que te platico en este artículo: Encuentro cercanos del tercer tipo (Close Encounters of the Third Kind, 1977).
Rory Neary (interpretado por Richard Dreyfuss) es testigo de una serie de avistamientos extraterrestres, lo cual cambia su vida para siempre. Él se obsesiona por comprender qué es lo que vio y cómo puede encontrar en contacto con las alienígenas, objetivo que también busca un grupo de científicos que comienza a realizar investigaciones sobre el tema.
Los científicos llegan a la conclusión de que se pueden comunicar por medio de algo relativamente tan instintivo como la música, de tal modo que pueden construir un nuevo lenguaje por medio de una serie de notas, lo cual se basa en lo que se conoce como método Kodaly.
Dato curioso: la secuencia del saludo, la cual está compuesta por las notas re, mi, do, do sol, fueron escogidas por Spielberg después de haber escuchado miles de combinaciones realizadas por el gran compositor del cine, John Williams, quien consideró que la música, al ser una de las más profundas pasiones que tenemos, podría servir como canal de comunicación.
A diferencia de la solución propuesta por Louise Banks, ésta resulta mucho más sofisticada: se crea un idioma nuevo, el cual sirva como un territorio común para ambas razas.
No obstante, esta resolución se enfrentaría nuevamente al problema de empatar contextos entre una raza y otra, para lo cual tendría que pasar mucho tiempo antes de que se pudieran ver resultados significativos.
El extraterrestre que hablaba sumerio
El Cuarto Contacto (The Fourth Kind, 2009), la cual fue lanzada con la leyenda de “Basada en hechos reales”, que tanto aterrorizó a los espectadores, fue protagonizada por Mila Jovovich, quien le da vida a una psicóloga de Alaska, quien comienza a detectar patrones en experiencias que han tenido sus pacientes y que posteriormente enfrentaría ella y que desembocaría en el rapto de su hija.
La psicóloga, como parte de sus investigaciones, descubre que los alienígenas hablan sumerio. Este sería el caso, relativamente, más deseable, ya que ambas razas tendrían una lengua común, por lo que las oportunidades de comunicación se incrementarían exponencialmente (aunque, por supuesto, y como lo vemos en la cinta, los mensajes que recibieron no fueron muy alentadores).
Carl Sagan al rescate
Considerada la película insignia de la ciencia ficción, en el subgénero de los extraterrestres, Contacto (Contact, 1997), dirigida por Robert Zemeckis y protagonizada por Jodie Foster (quien da vida a la doctora Ellie Arroway), está basada en la novela homónima de Carl Sagan.
Esta cinta es un caso curioso. Digamos que la primera mitad de la película se centra en la posibilidad de una comunicación a través de las matemáticas, la cual ya vimos en OVNI 2018, pero lo verdaderamente interesante e innovador llega en la segunda parte.
Después de que Ellie Arroway participa en el descifrado del mensaje alienígena, los gobiernos del mundo deciden construir una especie de transportador, en el cual viaja la doctora Arroway, quien charla con un ser de otro mundo. ¿Pero cómo lo logra?
La raza alienígena, quien es lo suficientemente ancestral para habernos estudiado, decide adoptar una forma más familiar y comprensible para los humanos, específicamente para Ellie, por lo que básicamente hacen uso de nuestro lenguaje para comunicarse con nosotros. Sin duda, sería la mejor de todas las opciones.
Por supuesto, en la ficción, cada una de estas opciones son válidas y suficientes para resolver el problema de la comunicación con los alienígenas. A fin de cuentas, esto sólo es un ejercicio de posibilidades, el cual no impide que siga amando cintas como La Llegada y que tampoco impedirá que la siga viendo tantas veces cuantas la pasen en todos lados.