La notoriedad de Paco Plaza en el canon del cine iberoamericano de terror es inamovible, y se reafirma con cada película que él estrena. Sus producciones abordan la cotidianeidad; por ejemplo, de un edificio y sus vecinos, de una familia disfuncional, o de una abuela y su nieta, para luego alterarla en un punto medio en el que el terror se vuelve visceral, pero lo que sucede no abandona nunca el territorio de lo real y lo que aterra al momento de irse a dormir. En su nueva película, el director apuesta a inyectar miedo en una experiencia menos común, pero que resignifica con sangre a esas figuras religiosas que tanta seguridad le dieron al ser humano durante siglos. En esta reseña de Hermana Muerte (2023) revisamos lo último de Plaza, que ya se encuentra disponible en Netflix.
Hermana Muerte (2023)
Director: Paco Plaza
Guion: Jorge Guerricaechevarría
Elenco principal: Aria Bedmar, Almudena Amor, Maru Valdivielso, Luisa Merelas, Chelo Vivares
Género: Terror
País: España
IMDb: 5.9
Sinopsis: Un convento español que renació de las cenizas de la posguerra recibe a Narcisa, una novicia con poderes que solo pueden explicarse como un milagro religioso. A medida que pasan los días, el secreto más oscuro del convento busca ser rebelado por ella, y se le presenta en indicios sumamente agresivos.
La construcción del enigma
Hermana muerte se diferencia de las anteriores películas de Paco Plaza en su intención narrativa. En esta ocasión, su ya conocida habilidad para crear imágenes detalladas e inquietantes está puesta al servicio de un interrogante. Mediante pistas que dan la cantidad justa de información, el director invita al espectador a que organice el sentido alrededor de la única certeza que se tiene: algo muy terrible tiene que pasar en esta película para que la Hermana Muerte sea el personaje tan oscuro que resulta ser en La posesión de Verónica (2017).
Además, es interesante como no solo utiliza pistas propias, sino también de la cultura. Se sirve del imaginario colectivo que encuentra seguridad en las figuras y elementos de la religión católica y los trastorna de forma macabra. Y no es solo el hecho de llevar estos al extremo opuesto porque sí, sin conocer su significado, como ocurre en The Nun (La monja, 2018). Trastocar con exactitud meticulosa un concepto es lo que lo hace realista y, consecuentemente, lo que genera el miedo que perdura en la mente del espectador. Además, deja entrever que hubo un trabajo de investigación importante, hecho a resaltar en estas épocas en las que el cine se hace con poca paciencia.
La sobriedad estética
En cuanto a la estética de Hermana Muerte, cabe destacarla pero no sorprenderse. Desde Rec (2007) hasta La abuela (2021), Paco Plaza idea escenarios que no pecan de insoportablemente explícitos sino que, todo lo contrario, son el balance perfecto para sugerir el terror como un puntapié y luego dejarlo ser por caminos impredecibles. La película que hoy tratamos no es la excepción, y su escenificación podría ser la mejor de toda la filmografía de Plaza. Él logró entender, como pocos directores que trataron el tema catolicismo – terror, que la Iglesia tiene que retratarse como un espacio sobrio, y no como un lugar de los excesos.
El convento en el que se adentra la Hermana Narcisa no se conforma de elementos que resaltan. Todo lo contrario, parece ocultar adrede los secretos más terribles dentro de la oscuridad que abunda en cada espacio y recoveco. Lo único que desprende una luz arrolladora son los hábitos blancos de las hermanas, cuya pureza pálida desentona con las sombras e intenta evocar una pulcritud de espíritu que se revela falsa desde el primer minuto. Hermana Muerte es una película que relata un hecho escandalosamente mórbido con paciencia y herramientas herméticas, para luego destaparlo todo en una revelación catártica, de esas que al cine de terror tanto le está costando encontrar.
Esperamos que te haya gustado nuestra reseña de Hermana Muerte. ¿Cuál es tu película preferida de Paco Plaza? Queremos leerte en nuestras redes sociales.