El baile de los 41 (2020) llega al final de una era para el cine mexicano. Mientras la industria cinematográfica nacional se tambalea por la pandemia, los fideicomisos para películas, en los cuales por tantos años se apoyó (y aprovechó) Videocine (el brazo fílmico de Televisa), han quedado extintos. La película está en ese parteaguas y te platicamos por qué en este reseña de El baile de los 41; claro, sin spoilers.
Era el año 1901, cuando un escándalo ensombreció la administración del General Porfirio Díaz. En la calle de la Paz, actualmente Ezequiel Montes, un grupo de homosexuales fueron detenidos en una redada. Y en el listado, en el que se contaban importantes aristócratas de la época, se dice que originalmente se contaban 42 nombres, pero que uno de ellos, Ignacio de la Torre y Mier, el yerno del presidente, fue dejado en libertad.
Sin embargo, la película no sólo se centra en narrar lo que pasó la noche del 17 de noviembre de 1901, sino que es sólo un eslabón más en la historia del mismo Ignacio de la Torre, de amores negados, de romances clandestinos para la moral de la época porfiriana y del peso de las uniones por compromiso que cada vez desgastan más el alma y el corazón.
El cast y los realizadores
En la dirección de El Baile de los 41 se encuentra David Pablos, quien es egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC). Cuenta con una considerablemente amplia cantidad de reconocimientos y participaciones en algunos de los festivales cinematográficos más importantes, como el de Cannes o el Festival Internacional de Cine de Morelia.
Si bien, en el rostro más conocido del reparto es el de Alfonso Herrena, hay muchos otros rostros conocidos. Mabel Cadena interpreta a la hija del presidente, Amada Díaz. Por su parte, Emiliano Zurita le da vida a Evaristo Rivas. Fernando Becerril encarna al mismísimo Porfirio Díaz, con una presencia y porte digna del dictador. Quizás esta última es la más memorable de las actuaciones.
Los errores históricos
Habiendo pasado lista a los detalles técnicos, entremos de lleno en la película. Cualquier persona con cierto grado de conocimiento de la historia de México puede detectar desde los primero minutos la ausencia de rigor histórico. Aunque aplaudimos el ánimo de los productores para buscar locaciones que destacan por su estilo neoclásico, como el MUNAL, lo cierto es que esta estructura no existía para esa época.
Para quienes hemos vivido desde siempre en esta ciudad, hemos desarrollado un colmillo para identificar los edificios y las estructuras, aunque sea muy someramente. En El baile de los 41 hay muchas estructuras que no se parecen en nada a lo que hubo, y que aún se mantienen en pie en la Ciudad de México, que es donde se supone que pasa todo.
Incluso si hacemos caso omiso de estos detalles, hay algunos puntos donde la historia dista mucho de lo que fue la realidad. Si bien la homosexualidad no fue penalizada en México, sí atentaba ante los valores católicos de la época (a pesar de las visiones modernas como el positivismo de Comte).
Por lo que se sabe, cuando pasaron los incidentes narrados por la película, en lugar de exponer a los participantes (como se vio en la película) se trató de mantener todo lo más hermético posible. El principal motivo es que muchos de ellos pertenecían a la aristocracia. Esto mismo ha dificultado el trabajo histórico. Así, mucho de lo que vemos está más cargado hacia la ficción. Por lo que es más una ficción de época que una película histórica.
La predecible ficción de época
Así pues, démosle una segunda revisada desde la perspectiva de una ficción de época. La trama se antoja bastante obvia, incluso para quien no conoce la historia mínima de Ignacio de la Torre. Se puede resumir en el amor negado ante la presión social. Su camino más lógico era el de la tragedia.
A pesar de que vemos los excesos orgiásticos de la aristocracia homosexual de la época, se sienten bastante superficiales y artificiales. Hechos más para satisfacer el morbo del espectador que para tener algún propósito en sí. Si bien se busca mostrar una imagen cuidada del homoerotismo, esto le quita realismo, incluso al romance entre Ignacio y Evaristo.
Más que referencias, El baile de los 41 toma descaradamente escenas de otras ficciones de época y películas históricas. La presentación de la servidumbre a Amada Díaz recuerda a Downton Abbey (2010). El crujir de los alimentos en cada bocado evocan a Bastardos sin Gloria (Inglourious Basterds, 2009). La escena de la flauta mágica es calco de Florence Foster Jenkins (2016), a pesar de que los gustos de la aristocracia de finales del siglo XIX y comienzos del XX ya distaban de la música de Mozart.
El subtexto de El Baile de los 41 es bastante obvio. Nihil novum sub solem. La doble moral mexicana (tan patente hasta nuestros días) queda bien dibujada. Más allá de hacer un esbozo sobre la intolerancia a la homosexualidad (al otro en general) la cinta se esfuerza por mostrar cómo la preferencia sexual es usada como un pretexto para castigar.
Un tema más interesante en la subtrama es el (a veces no tan) sutil movimiento de los hilos políticos. Influencia, favores, poder. Desafortunadamente, a lo largo de El baile de los 41 se va diluyendo hasta quedar como un tema meramente accesorio.
A pesar de todo, y pese a sus detalles, se aplaude el hecho de que el cine mexicano esté volteando a propuestas diferentes a las comedias románticas. En El baile de los 41 encontramos una drama social e histórico, de los que nos falta aprovechar más en el país.
El baile de los 41 (2020)
Director: David Pablos
Reparto: Alfonso Herrera, Emiliano Zurita, Mabel Cadena, Fernando Becerril, Paulina Álvarez Muñoz.
Género: Drama
País: México
IMDb: 8.2
Sinopsis: Ignacio de la Torre, yerno del presidente Porfirio Diaz, entabla un romance prohibido con otro hombre, mientras la duda, el enojo y la insatisfacción crece en su esposa a cada momento.
¿Qué te pareció nuestra reseña de El baile de los 41? ¿Te gustaría ver esta película? Si lo haces, cuéntanos qué te parece, nos gustará leer tus comentarios.