Si hablamos de cine de horror, las películas japonesas del género no pueden faltar. A partir de los años 90, la filmografía nipona experimentó una gran popularidad, intimidando al mundo entero con sus historias de fantasmas. Sin embargo, es más cerca del 2000 que surgen las mejores películas de terror japonés. Todo comenzó con Ringu, cinta que vió la luz en 1998 y mantuvo su vigencia hasta el día de hoy, con seis secuelas y varias adaptaciones internacionales en su haber. Ju-on: The Grudge siguió un camino parecido, causando furor mundial gracias a sus icónicos entes paranormales y efectos de sonido crepitantes.
Aunque hablaremos de estas dos películas, también venimos a recomendarte aquellas cintas infravaloradas que merecían más reconocimiento del que tuvieron. Largometrajes que resumen los mejores puntos del llamado J-Horror, basculando entre las tradicionales historias paranormales del folclore japonés y las terroríficas problemáticas de la sociedad actual.
Sin más preámbulos, te presentamos la lista de las mejores películas de terror japonés.
Audition (Audición, 1999)
Shigekaru Aoyama es viudo hace siete años. Su hijo insiste en que rehaga su vida amorosa, pero Shigekaru es tímido para acercarse a las mujeres. Habla de ello con su amigo Yasuhisa, un productor cinematográfico, y este le propone organizar una audición. Allí buscará a la candidata ideal, con el falso pretexto de querer encontrar a la protagonista de una nueva cinta. Finalmente, Shigekaru queda obsesionado con Asami Yamazaki, una chica tímida que esconde muchos secretos.
Antes de ver la película, debes saber que generó polémica en cada lugar donde se presentó. Desde espectadores insultando directamente al director y llamándolo enfermo, hasta personas que se desmayaron viendo la proyección, Audition no dejó a nadie indiferente. ¿Qué podría esperarse de la mayor inspiración detrás de franquicias como Saw o Hostel? Si no eres fan de la sangre y el terror, evita esta cinta a toda costa.
Ringu (El aro, 1998)
Cuando la adolescente Tomoko es encontrada muerta y con su cara retorcida en el más puro espanto, una reportera decide investigar a fondo. La periodista, Reiko Asakawa, se entera de una supuesta cinta maldita que asesina a su espectador siete días después de verla. Paralelamente, ella deduce que Tomoko había estado de vacaciones en una cabaña con amigos una semana antes de su muerte. Lo extraño es que todos murieron en la misma noche, en el mismo lugar y de la misma forma. Entonces comete un gran error: visita la cabaña, encuentra una cinta sin nombre, y la mira de principio a fin. Luego, recibe una llamada espeluznante.
Ringu es, definitivamente, una de las mejores películas de terror japonés, y año tras año encabeza las encuestas relacionadas a las mejores cintas de horror asiático. La razón de su triunfo probablemente sea la mezcla de dos elementos opuestos. Por un lado, el elemento fantástico, una de las leyendas urbanas más temidas de Japón, acerca del fantasma de Sadako. Por el otro, el elemento real, una televisión que cualquier espectador podría tener en su casa.
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Onibaba (1964)
En la época feudal de Japón, dos mujeres asesinan samuráis en los campos de arroz y venden sus armaduras para subsistir. Ellas son la esposa y la madre de un guerrero que murió recientemente en combate. La noticia calamitosa es traída por el vecino de las dos mujeres, Hachi, quién acaba de volver de la guerra. Es este mismo quién consigue seducir a la ahora viuda del guerrero asesinado. Así, la mujer anciana debe ganarse la vida sola, abandonada por su nuera. Parece que las cosas no pueden ponerse peor, cuando aparece un samurái muy distinto a los demás.
Cuando decimos que el género terror se flexibiliza sin incomodarse para adaptar cualquier propuesta, Onibaba es comúnmente usada como ejemplo de ello. Lo terrorífico de esta cinta es la guerra, y los efectos que desencadena en sus víctimas directas y no tan directas. Ahora sí, hablando de un horror menos simbólico, la película genera un par de imágenes muy perturbadoras. Especialmente las relacionadas a una intrigante máscara, que fue la inspiración para el demonio de rostro blanco que aparece en The Exorcist.
Kairo (Pulse, 2001)
Kudo Michi trabaja en un vivero de Tokyo con sus compañeros Junko, Yabe y Taguchi. Este último estuvo faltando al trabajo por estar ocupado con el armado de un lector de discos. Michi lo visita en su casa para asegurarse de que estuviera bien, y lo encuentra distraído, distanciado de la realidad. Con total calma, Taguchi abandona la conversación con su compañera, se dirige a otra habitación y hace algo terrible. Cuando Michi inspecciona el lector de discos en el que Taguchi estaba trabajando, se encuentra con algo muy perturbador.
No diremos lo que hace Taguchi, puesto que su accionar es el punto de inflexión central en Kairo, película que funciona como pilar base del cine de horror nipón. Lo que pasa en aquella escena sorprende e inquieta hasta al más fanático de las películas de este género. La cinta ahonda en el vacío existencial y la soledad causados por la globalización de internet, y la alienación que sufrimos de nuestra realidad. Aunque es buena candidata para ser una de las mejores películas de terror japonés, por momentos la trama se ensancha tanto que le perdemos el rastro.
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Uzumaki (2000)
La estudiante Kirie Goshima está buscando a su novio para ir juntos al instituto, cuando se encuentra con el padre del chico. Este pone toda su atención en filmar un caracol, completamente absorto y sin siquiera percatarse de Kirie. A medida que pasa el tiempo, el hombre comienza a desarrollar una preocupante obsesión por los espirales, que se transmite paulatinamente al resto del pueblo. Desde cuerpos en forma de espiral hasta estudiantes transformados en caracoles, la maldición azota a todos y nadie queda ileso.
Adaptar al maestro del manga de terror japonés, Junji Ito, no fue ni será tarea fácil. El mangaka es mundialmente reconocido por plasmar los universos más terroríficos en papel, acompañados de personajes tétricos que te dejarán sin dormir por la noche. Uzumaki es una de sus obras más adoradas, y si bien era imposible capturar la grandeza del manga con una cámara, esta película hace un trabajo bastante noble.
Tetsuo: The Iron Man (1989)
Yatsu es un hombre con un bizarro fetiche por el metal. Vemos cómo entra en su escondite, lleno de distintos metales y fotos de atletas, y abre una herida en su pierna para introducir una barra de acero en ella. De repente, observa que su lesión está infestada por larvas. Histérico, corre hacia la calle y es atropellado por un auto. El conductor del vehículo oculta el cuerpo, intentando pretender que nada había sucedido. Al otro día, al intentar afeitarse, la cuchilla choca contra un trozo de metal inserto en su mejilla.
Esta cinta clave del cyberpunk japonés no es apta para sensibles. No solo por su tratamiento grotesco del body horror, sino también por la música y sonidos estridentes, y una edición de la cinta que genera ansiedad. Eso sin mencionar lo lunático de su trama. Aunque la película no tuvo suficientes adeptos en el estreno, su nacimiento atrajo la vista internacional hacia el cine japonés independiente.
Ju-on: The Grudge (Ju-on: El grito, 2003)
Rika Nishina es una trabajadora social japonesa, a quién se le encarga el cuidado de una anciana catatónica llamada Sachie. En su primera visita descubre que tanto la señora como su casa están en un notorio estado de descuido y suciedad. Mientras limpia, escucha maullidos y otro tipo de sonidos que provienen de las habitaciones de arriba. Se acerca al origen del ruido sin saber lo que le espera: el constante acoso de dos espíritus vengativos, un niño y su madre, que fueron brutalmente asesinados en la casa años atrás.
Considerada por muchos como una de las mejores películas de terror japonés, la tercera parte de la franquicia creada por Takashi Shimizu es la más exitosa de todas. Podemos atribuirle el éxito a su estreno cinematográfico, hecho que no ocurrió con las anteriores cintas. Pero ello sería desmerecerla. Ju-on maneja un tratamiento del horror muy poco común, donde las entidades malignas no aparecen sorpresivamente para desaparecer furtivamente, sino que entran con parsimonia a la escena para quedarse un largo rato. Son ellas las dueñas de la película, y no los personajes a los que acosan.
Cure (La curación, 1997)
Una ola de grotescos asesinatos está aterrorizando Tokyo. La única conexión entre los crímenes es una “x” sangrienta grabada en el cuello de las víctimas. Además, en cada uno de los casos se encuentra al asesino cerca del asesinado, pero ninguno de los criminales recuerda la razón detrás de su accionar. El detective Takabe y la psicóloga Sakuma son llamados a desentrañar el caso, pero su investigación no rinde frutos. De repente, uno de los asesinos interrogados llama la atención de Takabe, quién deberá poner en juego parte de su salud mental para descubrir los secretos del curioso victimario.
Gran influyente en la cinematografía del director Bong Joon Ho, constantemente alabada por Martin Scorsese y parte de la santísima trinidad del nuevo terror japonés, junto con Ringu y Ju-on. Cure es todo eso, y más. Cuando la película comienza, el espectador observa los asesinatos desde su objetivo asiento, y cerca del final estará cara a cara con lo que significa querer analizar la maldad, acercarse a ella y contaminarse. Si eres fanático de Se7en, está es la próxima película en tu lista.
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