Además de las películas de robots que se enamoran, el tropo Robosexual nos cuenta historias en todas las tesituras

Robosexual, el tropo que saca a flote nuestras más bajas pasiones

En una de las múltiples ramas del género de ciencia ficción, encontramos las historias dedicadas a robots: desde súper máquinas que hacen la vida más fácil, hasta aquellas que evolucionan, se enamoran, sueñan o se rebelan contra sus creadores. Dentro de las películas de robots que tienen sentimientos o que se relacionan más profundamente con los humanos, ha derivado en un tropo cinematográfico conocido como Robosexual, el cual abarca a aquellos robots creados para satisfacer el placer sexual de los humanos.

Antes de entrar de lleno a este tema, te invito a escuchar el podcast de Las Cazaclichés de Cinema Saturno. Además de nuestras queridas anfitrionas -María y Morlo-, en esta ocasión las acompaña el buen Rolando, creador de contenido en What About (¡síganlo en YouTube!), para ahondar más sobre este polémico tema. 

También te comento que en esta entrada hallarás algunos spoilers. Sin embargo, estamos seguros de que ya pudiste ver la mayoría de las excelentes cintas de las que hablaremos aquí.

¿Películas de robots que se enamoran?

Más que películas de robots que se enamoran, quizá es mejor señalar que son robots que enamoran. Los humanos somos seres complejos que en ocasiones perdemos de vista la belleza natural e idealizamos estereotipos sobre cómo debe verse, hablar o actuar nuestra pareja ideal. 

Es aquí donde un robot humanizado funge como potencial pareja -emocional o sexual-, gracias a la promesa de su inherente perfección. No sólo son hermosxs físicamente, lo cual nos genera inmediata empatía, sino que pueden ser programadxs para comportarse tal y como lo deseamos. Pero… ¿es lo que realmente necesitamos las personas para satisfacer nuestras necesidades afectivas?

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Robosexual en la pantalla grande

En el séptimo arte encontramos diferentes títulos que abordan esta temática desde diversos ángulos. Desde el nacimiento de un amor bonito hasta la depravación en aras de satisfacer actitudes socialmente reprobables. Quizá la versión más tierna del tropo Robosexual la encontramos en El hombre bicentenario (Bicentennial Man, 1999). 

Interpretado por Robin Williams, Andrew es un robot que comienza a desarrollar emociones y un pensamiento creativo. Su deseo de ser como nosotros, además de ser considerado oficialmente como tal, lo hace librar una batalla contra su propia existencia. Andrew además sueña y vive el amor intensamente, ese que dura hasta que la muerte los separe. 

Blade Runner (1982) es otra película de un robot que tiene sentimientos. En esta historia, vemos a androides de última tecnología cuya apariencia es sorprendemente humana. Una de ellas es Rachel, un modelo denominado Nexus-7 capaz de desarrollar pensamientos existenciales. Al enamorarse de Rick Deckard, interpretado por Harrison Ford, deciden huir juntos de la ciudad

Un ejemplo más de robots románticos lo hallamos en A.I. Inteligencia Artificial (A.I. Artifical Intelligence, 2001). En esta cinta, Jude Law da vida a Gigolo Joe, un robot creado para darle a las mujeres exactamente lo que necesitan. Es el amante perfecto, es el más guapo, el más tierno y el más comprensivo, pero también es el más desechable en cuanto le implican en un asesinato. 

“A ella le encanta lo que haces por ella, como a mis clientes les encanta lo que hago por ellas. Pero ella no te quiere, David. Ella no puede amarte. No eres ni de carne ni de sangre. No eres un perro, un gato o un canario. Fuiste diseñado y construido específicamente como el resto de nosotros  y ahora estás solo simplemente porque se cansaron de ti… o te reemplazaron con un modelo más joven… o estaban disgustados con algo que dijiste o rompiste. Nos hicieron demasiado inteligentes, demasiado rápidos y demasiados. Estamos sufriendo por los errores que cometieron porque cuando llegue el final, todo lo que quedará somos nosotros. Por eso nos odian”.

Jude Law como Gigolo Joe en A.I. Inteligencia Artificial

Las apariencias engañan

Los ejemplos anteriores son películas de robots que se enamoran o que generan sentimientos, pero ¿qué hay de aquellos cuyas emociones sólo son parte del código o cuyas acciones son motivadas por un fin mayor?

En este rubro encontramos largometrajes como el de Ex-Máquina (Ex Machina, 2014), donde un programador multimillonario selecciona a un joven empleado de su empresa para que pase una semana con él, en un lugar remoto en las montañas. El objetivo es que participe en un test en el que está involucrada su última creación: Ava, una impresionante robot-mujer. Ella es capaz de engañar a Caleb y hacerle creer que está enamorado de él, cuando en realidad sus intenciones son escapar del laboratorio donde fue creada. 

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Por otro lado, tenemos el caso especial de Her (2013), una película en la que no vemos un robot con forma física, sino a través de algo que ya es realidad hoy en día: una asistente virtual controlada por voz. Theodore (Joaquin Phoenix) es un hombre que está a punto de divorciarse e, irónicamente, encuentra de nuevo el amor en un sistema operativo. A pesar de vivir en un mundo hiperconectado, ¿la única manera de paliar la soledad es hallar compañía en un dispositivo tecnológico?

En Her, el enamoramiento no es hacia un robot con forma física, sino a un sistema operativo.
En Her, el enamoramiento no es hacia un robot con forma física, sino hacia un sistema operativo.
Vía: Annapurna Pictures

Asimismo, no sólo en el cine se retrata el tropo Robosexual. En la serie Black Mirror (2011-2019), el episodio “Be Right Back” plantea reponer a un ser querido a través de la robótica. Cuando Ash muere, Martha acepta que su esposo sea “recreado” con un clon al cual le es imposible suplir a cabalidad al difunto, además de carecer libre albedrío y todos aquellos detalles especiales que hacen a cada ser humano único en el mundo.

La otra cara de la moneda

Además de robots que sirven a los humanos, que desarrollan sentimientos o que nos engañan con su inteligencia, hay historias de ciencia ficción que revelan el rostro de la brutalidad. Robots creados para satisfacer perversiones y que son abusados sexualmente y/o tratados con violencia. Si entre humanos no nos respetamos, qué podemos esperar cuando se trata de objetos.

En la misma Blade Runner (1982) una androide llamada Zhora, mejor conocida como Miss Salome, debe esconderse del Departamento de Policía de los Ángeles (LAPD) ya que es buscada para «retirarla». Para cumplir este cometido, al guionista le pareció que su única salida era convertirse en una bailarina exótica. Para 1987, Cherry 2000 exponía una sociedad futurista en la que sólo se podía tener relaciones sexuales bajo contrato legal, por lo que la robótica entró a salvar la tarde al desarrollar androides femeninos denominados gynois (¿por qué no masculinos también?) para sustituir a las esposas. 

Como vemos, el tropo Robosexual es primordialmente cruel con las mujeres, pero se puede poner peor. En la serie Love, Death & Robots (2019) hay múltiples episodios donde abunda el sexismo y, en lo concerniente a robots, encontramos el episodio “Good Hunting”. La historia nos muestra cómo las criaturas mágicas también pueden ser sexualizadas, en este caso a manos de un enfermo que sólo se excita con máquinas, por lo que mutila y robotiza a una bella criatura femenina para poder sentir placer.

Y evadiendo cualquier resquicio moral, en la serie de HBO titulada Westworld (2016) se aborda un futuro donde se han desarrollado robots para satisfacer las más bajas pasiones de los humanos, usando como escenografía un moderno parque de diversiones que emula al Viejo Oeste. En este “idílico” escenario, los clientes pueden dar rienda suelta a sus deseos de maltratar, violar o incluso matar a cualquier robot del parque. Por supuesto, sólo personas con recursos pueden acceder a este costoso “entretenimiento”. 

Westworld nos traslada al Viejo Oeste, un mundo lleno de robots creados para satisfacer las fantasías de los humanos.
Vía: HBO

La fórmula de los corazones (y los circuitos) rotos

Si bien es cierto que en el tropo Robosexual encontramos diversas tesituras, la realidad es que muy difícilmente hallaremos guiones felices. Esto es porque la temática de sexualizar robots nos adentra a debates éticos y morales que nunca suelen tener final feliz.

La tecnología no deja de sorprendernos, pero los sentimientos son algo que aún no podemos mecanizar. Y aunque Alexa nos ponga nuestra canción favorita, por ahora una relación sentimental entre humanos y robots se nos antoja como la crónica de una ruptura amorosa anunciada.

¿Cuántas películas de robots que tienen sentimientos conoces? ¿A ti también te apasiona el tropo Robosexual en el cine? Nos encantará leer tus comentarios en nuestras redes sociales. 

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