Este mes se celebra el Día de la Niña y el Niño, por ello, en nuestra sección Corto Saturnino hemos pensando en celebrarlos con un material hecho por pequeños futuros cineastas. El elegido es Amistad Polar, un cortometraje hecho en México por niños de entre 9 y 14 años.
Esta pequeña historia sigue a un pingüino que, apenas sale de su iglú, y sufre de bullying por parte de otros animalitos que habitan en su frío vecindario. Un día todo cambia al hacerse amigo de una ballena.
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Amistad Polar (2002)
Directora: Liset Cotera
Género: Familiar, Animación I Formato: Stop Motion
País: México
Duración: 2 minutos
IMDb: 7,0
Sinopsis: Un pequeño pingüino es acosado por otros animales que habitan cerca de su iglú. Su suerte cambia al ayudar a una ballena que ha varado cerca de la zona.
De niños para niños
Alejandra Zentella, Diego Gaytán y Emilio Chávez, son sólo algunos de los niños que participaron en la realización de este breve corto elaborado en stop motion. El director del taller que impulsó el proyecto es Jorge Valdés, y todo fue gracias a La Matatena, una asociación que busca acercar a la población infantil a cinematografía de calidad a través del Festival Internacional de Cine para Niños (…y no tan Niños), el cual realizan año con año.
Felizmente, Amistad Polar es uno de sus cortometrajes que recibió un reconocimiento en el Chicago International Children’s Film Festival en 2003, al hacerse acreedor al Montgomery Prize como la Mejor película o vídeo de producción infantil.
Son ellos quienes nos enseñan
El protagonista que nos recuerda a Pingu, es visiblemente más pequeño que su congénere, por eso parece que le es más difícil pescar. También es víctima de un lobo marino que simplemente tiene mala actitud, pero todo eso no impide que el pingüino sea empático y ayude a la ballena, lo cual al final le reditúa en un gran apoyo contra sus acosadores.
Puede ser sencillo este mensaje, pero al final del día es un reflejo de lo que viven algunos infantes. Lo que debe prevalecer, pese a todo, es no caer en provocaciones y mantener nuestros valores intactos. Una moraleja que nunca debemos olvidar.
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