Si hay un subgénero al que le costó persistir en el circuito de las pantallas grandes, ese es el cine gore. Durante muchos años, las películas slasher dominaron por completo las salas de cine, pero no es lo mismo. Por más icónicos que resulten, los asesinos blandidos con armas blancas son solo la punta tolerable del iceberg de lo que contienen producciones como Blood Feast (1963) o Cannibal Holocaust (Holocausto caníbal, 1980). Definitivamente, los directores precisaban encontrar un elemento adicional, una trama paralela que acompañe la de la sangre y que ramifique las posibilidades de los asesinatos morbosos. Entonces, llegó James Wan. Acompáñanos en nuestra reseña de Saw (El juego del miedo, 2004), para revisar la entrega que marcó al cine para siempre.
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Saw (El juego del miedo, 2004)
Dirección: James Wan
Guion: James Wan, Leigh Whannell
Elenco: Leigh Whannell, Cary Elwes, Danny Glover, Tobin Bell, Shawnee Smith
Género: Terror
País: Estados Unidos
IMDb: 7.6
Una cinematografía única
De todas las creaciones de James Wan, Saw y sus posteriores continuaciones son las que albergan su legado más característico. En otras palabras, el director despliega todo su genio en esta franquicia como en ninguna otra. Sí, es cierto que The Conjuring (El conjuro) e Insidious (La noche del demonio) son dos universos que marcaron un antes y un después en el cine de terror contemporáneo. Pero hay que reconocer que, en estas historias, Wan está muy limitado por los clichés, tropos y motivos que él mismo creó. Aquello que alguna vez fue originalidad pura, hoy es la celda que encierra su creatividad.
No es que Saw sea la pionera del enigma en el cine de terror. Sin ir más lejos, a la película la preceden las ideas de grandes creadores como Dario Argento. Lo que la hace verdaderamente especial no es tanto la historia que cuenta, sino su montaje en la pantalla. El acertijo se desovilla en una no linealidad de los hechos, la saturación de las imágenes más cruentas y la multiplicidad de puntos de vista que le van presentando las pistas al espectador.
No es solo terror
Otra de las particularidades de Saw es que no se encierra por completo en su carácter más esencial. Claramente, por la cantidad de sangre que derrama en cada una de sus entregas, no solo está catalogada como terror, sino que se encasilla profundamente en varios tipos de cine gore. Mejor dicho, Saw es el mayor exponente del cine gore contemporáneo. Sin embargo, su manera de contextualizar cada asesinato le permite no estancarse y seguir respirando a casi 10 años de su primera aparición.
La primera trampa de este universo es simple: dos hombres limitados por una cadena en su pierna, uno en cada extremo de un baño asfixiante. Después aparecen las pistas, los recuerdos, las asociaciones y las decisiones urgentes. Hay un poco de romance, de venganza, de traición y de búsqueda policíaca, todos elementos que se intercalan entre escena y escena. Al mismo tiempo, se va tejiendo una historia mayor que se extienda durante miles y miles de trampas, asesinatos y dilemas morales: la trama de un hombre a la que la vida le da la espalda, y que elige vengarse con saña y pasión para que sus víctimas valoren sus vidas redimiéndose, o las pierdan de las formas más cruentas.
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